En el seminario “La Nueva Empresa: Un giro con impacto social y ambiental”, evento organizado por el Ministerio de Economía, y que contó con la presencia del ministro Félix de Vicente, el líder del grupo Sociedad Anónima, Benito Baranda, y el cofundador del sistema de Empresas B, Jay Coen Gilbert.
“Sociedad Anónima: Acciones de Solidaridad” conoció las exitosas experiencias de tres emprendedores sociales latinoamericanos que mejoran la calidad de vida de cientos de familias y comunidades en el continente. De las 760 “B Corps” que se han creado en el mundo, 40 de ellas son chilenas.
Guayakí, la yerba mate que “restaura” bosques nativos (Estados Unidos)
Álex Pryor (42), como buen argentino, no se despega de su set de mate. Mientras estudiaba ingeniería en alimentos en California, se percató de la baja penetración de esta yerba en el mercado estadounidense. Por ello, en 1996 fundó junto a seis amigos, Guayakí, una de las primeras 25 Empresas B del mundo.
“La industria del cultivo de la yerba mate desforesta bosques nativos, utiliza agrotóxicos y no considera buenas prácticas en el proceso de manufactura. Nos propusimos restaurar el bosque autóctono de los yerbales para permitir la fertilidad de suelo, preservar los hábitats para la fauna y el respetar a sus comunidades”, explicó Pryor.
Una bolsa de Guayakí cuesta cerca de $4 mil pesos, producto que se encuentra en 20 mil puntos de venta. Actualmente, la marca factura US$ 20 millones anuales y ocupa el 75% del mercado de yerba mate en Estados Unidos. Además, para 2020 esperan restaurar 60 mil hectáreas de bosques nativos en Argentina, Paraguay y Brasil.
“El paradigma de la Responsabilidad Social Empresarial no es suficiente. Necesitamos empresas que tengan en su ADN la regeneración del ecosistema, la inclusión social y el desarrollo de comunidades”, aseguró el emprendedor trasandino.
El turismo comunitario de Travolution (Chile)
¿Contrataría un paquete turístico para alojarse en una comunidad mapuche? ¿Probaría comidas típicas de un lugar preparada por los dueños de casa? ¿Iría de excursión junto a arrieros, agricultores y pescadores? Si la idea le llama la atención, puede acudir a Travolution, agencia de turismo comunitario que cada año atrae a cerca de 400 aventureros que buscan un viaje “alternativo”.
“Identificamos la necesidad de las comunidades de entender la industria del turismo por los beneficios que les trae. Por eso buscamos compatibilizar el interés cultural de los jóvenes viajeros con el desarrollo social”, explicó Sebastián Gatica (35), director y fundador de Travolution.
A tres años de su creación, esta organización pertenece a una red mundial de operadores turísticos que ofrecen viajes con sentido social. Según cifras de la Organización Mundial del Comercio, sólo en Europa habría 6.4 millones de turistas interesados en realizar este tipo de periplos.
Gatica, quien también se desempeña como director del Laboratorio Innovación Social de la Universidad Católica, se mostró conforme satisfecho respecto al fomento del gobierno a las empresas del cuatro sector. “El siguiente paso es revisar la estructura de fomento a la innovación de las compras públicas, crear una institucionalidad interministerial y que la sociedad civil se abra al diálogo para aplicar nuevos modelos de alto impacto social”, dijo.
Njambre: El capital semilla con impacto socioambiental (Argentina)
El argentino Federico Javier Seineldin (43) era el propietario de una exitosa empresa de soportes tecnológicos. Pero la crisis económica y el “corralito” financiero que azotó hace más de una década al país trasandino destruyeron su proyecto. “Tenía dos opciones: ir a un siquiatra o unirme a otros emprendedores sociales”, recuerda el empresario.
Seineldin decidió unirse a Ashoka, organización mundial que promueve inversiones sociales para emprender un proyecto llamado Njambre, la primera aceleradora de empresas de innovación con impacto socioambiental de Latinoamérica. A través de un modelo similar al de un capital semilla, actualmente desarrollan cuatro iniciativas en tres regiones de Argentina, a las cuales acompañan y asesoran durante nueve meses con un financiamiento tope de US$ 60 mil.
El proyecto más innovador es Energe en la provincia de Mendoza, donde tres ingenieros le propusieron al gobierno cambiar la matriz energética de gas a conectores solares en las viviendas sociales y en zonas rurales. Cada familia puede ahorrar hasta un 37% de consumo energético.
“No somos hippies. Buscamos gente convencida de proyectos económicamente viables que solucionen problemas sociales… Latinoamérica es un gran laboratorio de oportunidades para crear capital social porque su gente se anima a involucrarse en proyectos que otros no se atreven”, comentó Seineldin.