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Verónica Abud

Restablecer la confianza

Si nos vamos a la etimología de la palabra confianza vemos que la gran “esperanza que se tiene de alguien o algo” en el sector educacional no existe y los más perjudicados son nuestros alumnos, que representan el futuro desarrollo de nuestro país. Los más chicos, que no pueden salir a la calle, sólo les queda aceptar esta situación y los secundarios y universitarios salen a protestar por ellos si que están desilusionados de la calidad de la educación recibida y las promesas de gratuidad no cumplida.

Por Verónica Abud
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veronica abud

Gerente general Fundación La Fuente y directora Fundación Sociedad Anónima.

CONFIANZA significa “Esperanza firme que se tiene de alguien o algo” (RAE) por lo que la crisis de confianza que nos encontramos viviendo como sociedad, es algo muy preocupante. Se desconfía de las instituciones, de los políticos, de la iglesia, de las empresas,  e incluso de  nuestros propios compatriotas.

Si miramos la desconfianza actual  del sistema educacional, esta es aún más profunda, por lo que debemos reflexionar como hemos llegado a esta situación. El diagnóstico que debemos mejorar la calidad de la educación, especialmente en los niños más vulnerables a lo largo de toda su trayectoria educativa formal, nadie lo discute.  Se requieren cambios desde lo estructural hasta lo que sucede en el proceso de enseñanza / aprendizaje, y que a pesar de todos los esfuerzos realizados en los últimos 25 años, aún no se logra una educación de calidad que permita la movilidad social tan necesaria en nuestro país.  La experiencia mundial de los sistemas exitosos de reformas educacionales hablan de una inversión adecuada, directores con liderazgos, profesores de muy buen nivel y una comunidad educativa que apoye al sistema.

El sistema desconfía de los profesores, el país desconfía de las instituciones que enseñan la profesión, el ministerio desconfía de las escuelas y les imponen un currículum nacional además de regularlos en todo sentido,  los padres desconfían del sistema municipal y la matricula sigue bajando todos los años, los profesores desconfían del ministerio como ha quedado demostrado en el ultimo paro de 57 días, los políticos desconfían de los cambios propuestos por la reforma, el sistema particular subvencionado (con el mayor número de alumnos y el municipal) desconfían del financiamiento que supuestamente recibirán y así podemos seguir  enumerando una  larga lista.

Si nos vamos a la etimología de la palabra confianza vemos que la gran “esperanza que se tiene de alguien o algo” en el sector educacional no existe y los más perjudicados son nuestros alumnos, que representan el futuro desarrollo de nuestro país.  Los más chicos que no pueden salir a la calle sólo les queda aceptar esta situación y los secundarios y universitarios salen a protestar por ellos si que están desilusionados de la calidad de la educación recibida y las promesas de gratuidad no cumplida.

Llegó el momento de que como sociedad hablemos seriamente y para eso necesitamos reflexionar seriamente de lo primero que hay que mejorar;  lo que sucede al interior de la sala de clases.  De como el profesor se enfrenta a sus alumnos y logra que aprendan, no solo que se les enseña,  sino lo que aprenden.  Algo muy simple y complejo a la vez.

Los primeros en reflexionar debiesen ser los profesores que están al interior de la sala de clases, ellos son los que se enfrentan día a día a sus alumnos y saben como aprenden, que necesitan, como pueden mejorar y superar los problemas con que se enfrentan día a día.  Hasta ahora son los únicos que no han podido opinar y se encuentran tremendamente confundidos y desorientados con el destino de su profesión.  Por eso es tan necesario restablecer la confianza.