Suena fuerte y feo el título, lo sé. Las empresas han mal utilizado la subcontratación para ahorrarse recursos y librarse de compromisos y derechos de sus trabajadores, desarmando su quehacer en un conjunto de contratos con otras organizaciones con el fin de encontrar la anhelada y óptima rentabilidad económica. Opino que las ONG debieran hacer lo mismo, pero con un pequeño detalle; en vez de centrarse en alcanzar su necesaria rentabilidad económica, buscar la mayor rentabilidad social posible de sus intervenciones.

Ingeniero Comercial, Magíster en Economía y Políticas Públicas UAI y Magíster en Desarrollo Urbano UC. Ex director ejecutivo de Fundación Trabajo en la Calle y actual profesional de Servicio País en Lanco, Región de Los Ríos
A comienzos de este año se ha comunicado el cierre de la Fundación En Todo Amar y Servir (Yo Voluntario) que tenía como misión la promoción de la cultura del voluntariado en Chile basado en la intermediación entre ONGs y potenciales voluntarios y asesoría en gestión de voluntariado. Una de las razones; hoy cada fundación o corporación gestiona autónomamente sus voluntarios gracias al avance y masificación de la tecnología y comunicaciones. Es decir, en vez de externalizar este servicio a una institución experta en ello, cada organización prefiere hacerlo por cuenta propia sumando una tarea más a la apretada agenda del reducido número de trabajadores que por lo general poseen.
¿El resultado? Aquellas que tienen capacidad instalada y un equipo ejecutivo amplio (las pocas) logran encontrar a su voluntario estrella. En las otras (la mayoría) el proceso por lo general culmina con un simple y poco atractivo anuncio por las redes sociales. Mi pregunta es ¿Por qué querer hacer todo de manera independiente?
Estuve dos años dirigiendo una fundación y debo admitir que el día a día y la mística que tiene toda ONG (no cuantificable en dinero) dificulta traspasar ésta u otra función a otros con una orientación distinta. Es un celo institucional que se da en el tercer sector en donde el lado emocional es tan fuerte como el lado racional que impide un trabado en red real entre fundaciones e incluso ir más allá con el fin de optimizar su impacto social ¿Por ejemplo, usted ha visto alguna fusión de fundaciones como las que se dan en el mundo empresarial tales son los casos de Salco- Brand ABC-DIN, LAN – TAM, etc.? Yo no, y probablemente desde un cargo gerencial tampoco estaría dispuesto a modificar, alterar y/o compartir la mística de mi fundación con otros a pesar de los posibles beneficios que podría conllevar a nuestra comunidad atendida.
Hoy sin embargo pienso distinto. Ya no dirijo una fundación, sino que trabajo en otra como un profesional de intervención directa con personas y me he podido dar cuenta de la necesidad de realizar un trabajo en red, muchas veces delegando funciones (y los resultados que elevan nuestro ego personal e institucional) a otras organizaciones especialistas. En otras palabras, avanzar hacia una cultura de subcontratación social.
Suena fuerte y feo el título, lo sé. Las empresas han mal utilizado la subcontratación para ahorrarse recursos y librarse de compromisos y derechos de sus trabajadores, desarmando su quehacer en un conjunto de contratos con otras organizaciones con el fin de encontrar la anhelada y óptima rentabilidad económica. Yo opino que las ONG debieran hacer lo mismo, pero con un pequeño detalle; en vez de centrarse en alcanza su necesaria rentabilidad económica, buscar la mayor rentabilidad social posible de sus intervenciones.
A su vez, debieran existir cada día más ONG´s y empresas sociales intermedias proveedoras de servicios para otras de intervención directa. Es poco atractivo quizás, ya que las personas que poseen motivación por trabajar en el tercer sector esperan ver resultados directos en comunidades en situación de pobreza, en causas medioambientales o en personas con capacidades diferentes. Sin embargo, son necesarias ya que el tercer sector posee lenguajes propios y distintos al mundo empresarial, siendo muchas veces inefectivas para las fundaciones la gran oferta de servicios existentes para mejorar la gestión de las empresas con fines de lucro.
En síntesis, hoy abogo por dejar de lado nuestro ego social, institucional y personal y centrarnos en diagnosticar cómo es la mejor forma de realizar nuestro trabajo con el fin de hacer más efectivo nuestro quehacer. Si ese diagnóstico concluye en que debemos compartir nuestros beneficios personales e institucionales subcontratando, fusionando o cambiando nuestra organización, bienvenido sea.